Deseo

Muchas veces tenemos la idea de que el deseo sexual es algo que va a surgir espontáneamente y que algo está fallado en nosotras cuando no es así. Que debe darse naturalmente y que incluso hablarlo es signo de problemas. Nos estamos refiriendo al deseo que mejor prensa tiene: el deseo espontáneo. El que vemos en las series y películas que surge apasionadamente y ¡pum! Sin frenos.

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Pero esta forma de desear no es la única manera y en muchas personas simplemente no aparece de esta forma. Tener deseo también es ser receptiva cuando el otro me estimula y con esto quiero decir, que nada tiene de malo si en una pareja el que inicia el encuentro sexual es siempre el mismo. Es decir que si me buscan y yo arranco, eso es deseo también.

Al deseo hay que alimentarlo y eso requiere un compromiso activo de cada una hacia su propio deseo. Si bien es cierto que el factor hormonal influye y se manifiesta en las ganas que surgen de manera aleatoria, son apenas una parte del todo (si no estás bajo un anticonceptivo hormonal quizá puedas notar esas fluctuaciones de deseo durante el mes).

Es clave diferenciar el deseo de la frecuencia sexual.

Una cosa es el deseo individual y otra es la frecuencia de encuentros sexuales que tiene la pareja. Además, el deseo no sólo se manifiesta en el vínculo con otra persona. La cuestión del deseo tiene que ver con lo que hacemos para conectar con lo erótico y para eso es necesario reconocer cuáles son las cosas que me lo encienden y dedicarles tiempo. Y acá todo es válido sólo que muchas veces nos cuesta identificarlo.

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Los invito a que hagan el ejercicio de registrar cuánto tiempo por día le dedican a conectar con el propio placer sexual. Los estímulos que funcionan para cada quien pueden variar, algunos son más visuales, otros más sensoriales y están los que necesitan que les hablen del tema. Si la intención es aumentar el deseo, y quiero aclarar que esto depende de la inquietud de cada uno, la premisa será estar alerta para poder transformar las señales del ambiente en estímulos eróticos. Vale también recurrir al mundo interno: las fantasías.

Cuanto más lo practiques más fácil será.

 

Texto por Cecilia Ce

Muchas veces tenemos la idea de que el deseo sexual es algo que va a surgir espontáneamente y que algo está fallado en nosotras cuando no es así. Que debe darse naturalmente y que incluso hablarlo es signo de problemas.

Nos estamos refiriendo al deseo que mejor prensa tiene: el deseo espontáneo. El que vemos en las series y películas que surge apasionadamente y ¡pum! Sin frenos.

Pero esta forma de desear no es la única manera y en muchas personas simplemente no aparece de esta forma. Tener deseo también es ser receptiva cuando el otro me estimula y con esto quiero decir, que nada tiene de malo si en una pareja el que inicia el encuentro sexual es siempre el mismo. Es decir que si me buscan y yo arranco, eso es deseo también.

Al deseo hay que alimentarlo y eso requiere un compromiso activo de cada una hacia su propio deseo. Si bien es cierto que el factor hormonal influye y se manifiesta en las ganas que surgen de manera aleatoria, son apenas una parte del todo (si no estás bajo un anticonceptivo hormonal quizá puedas notar esas fluctuaciones de deseo durante el mes).

Es clave diferenciar el deseo de la frecuencia sexual.

Una cosa es el deseo individual y otra es la frecuencia de encuentros sexuales que tiene la pareja. Además, el deseo no sólo se manifiesta en el vínculo con otra persona. La cuestión del deseo tiene que ver con lo que hacemos para conectar con lo erótico y para eso es necesario reconocer cuáles son las cosas que me lo encienden y dedicarles tiempo. Y acá todo es válido sólo que muchas veces nos cuesta identificarlo.

Les hago la invitación a que hagan el ejercicio de registrar cuánto tiempo por día le dedican a conectar con el propio placer sexual. Los estímulos que funcionan para cada quien pueden variar, algunos son más visuales, otros más sensoriales y están los que necesitan que les hablen del tema. Si la intención es aumentar el deseo, y quiero aclarar que esto depende de la inquietud de cada uno, la premisa será estar alerta para poder transformar las señales del ambiente en estímulos eróticos. Vale también recurrir al mundo interno: las fantasías.

Cuanto más lo practiques más fácil será.

 

Texto por Cecilia Ce

Muchas veces tenemos la idea de que el deseo sexual es algo que va a surgir espontáneamente y que algo está fallado en nosotras cuando no es así. Que debe darse naturalmente y que incluso hablarlo es signo de problemas. Nos estamos refiriendo al deseo que mejor prensa tiene: el deseo espontáneo. El que vemos en las series y películas que surge apasionadamente y ¡pum! Sin frenos.

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Pero esta forma de desear no es la única manera y en muchas personas simplemente no aparece de esta forma. Tener deseo también es ser receptiva cuando el otro me estimula y con esto quiero decir, que nada tiene de malo si en una pareja el que inicia el encuentro sexual es siempre el mismo. Es decir que si me buscan y yo arranco, eso es deseo también.

Al deseo hay que alimentarlo y eso requiere un compromiso activo de cada una hacia su propio deseo. Si bien es cierto que el factor hormonal influye y se manifiesta en las ganas que surgen de manera aleatoria, son apenas una parte del todo (si no estás bajo un anticonceptivo hormonal quizá puedas notar esas fluctuaciones de deseo durante el mes).

Es clave diferenciar el deseo de la frecuencia sexual.

Una cosa es el deseo individual y otra es la frecuencia de encuentros sexuales que tiene la pareja. Además, el deseo no sólo se manifiesta en el vínculo con otra persona. La cuestión del deseo tiene que ver con lo que hacemos para conectar con lo erótico y para eso es necesario reconocer cuáles son las cosas que me lo encienden y dedicarles tiempo. Y acá todo es válido sólo que muchas veces nos cuesta identificarlo.

Los invito a que hagan el ejercicio de registrar cuánto tiempo por día le dedican a conectar con el propio placer sexual. Los estímulos que funcionan para cada quien pueden variar, algunos son más visuales, otros más sensoriales y están los que necesitan que les hablen del tema. Si la intención es aumentar el deseo, y quiero aclarar que esto depende de la inquietud de cada uno, la premisa será estar alerta para poder transformar las señales del ambiente en estímulos eróticos. Vale también recurrir al mundo interno: las fantasías.

Cuanto más lo practiques más fácil será.

 

Texto por Cecilia Ce

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