Estábamos en un viaje en grupo, una de esas experiencias en las que una se inscribe junto a una veintena de extraños y pasa algunas semanas con ellos. Ese tipo de viajes en que, al estar todos en alguna medida solos, las relaciones se aceleran y se vuelven sólidas muy rápido. En fin, uno de esos, con este tipo de actividades: nos sentamos en ronda y quien coordinaba nos pidió que pensáramos en algo por lo que estuviéramos agradecidos. Un chico dijo su cuerpo, que le diera el cuerpo para hacer cosas; otra chica dijo sus hermanos y otra dijo “las mujeres de mi vida”.
Desde entonces cada tanto vuelve a mí esa respuesta. Pienso en las mujeres de la mía, de mi vida, y cuánto de lo que soy, lo bueno y lo malo y lo admirable y lo vergonzoso les debo. Creo que ser hija de mi madre es uno de los honores más grandes que me fueron dados, y es algo que trato de tener en cuenta, de poner en valor cuando hablo de ella, cuando la recuerdo, cuando cuento sus historias a personas que no la conocieron. Es una relación única la de las hijas con sus madres porque las madres son las primeras mujeres de las que aprendemos y, a la vez, ellas están aprendiendo a ser madres a partir de nosotras. Nada nuevo, claro, pero es interesante ese circuito de enseñanza más o menos sostenido, por más que la relación, al menos en teoría, sea vertical (por supuesto hay casos y casos, madres y madres). Yo de ella me llevo el humor y la ternura; para mí, casi las únicas dos cosas que la plata nunca puede producir.
Pero ya he escrito mucho sobre mi madre, incluso en este espacio. El punto es que es el Día de la Mujer y una se pone a pensar en eso, en las mujeres, y es una tarea dramáticamente fácil a veces porque los roles sociales de las mujeres siguen estando bastante compartimentados: madres, esposas, mujeres exitosas (una presidenta, una embajadora, una CEO), mujeres parteaguas (una corresponsal de guerra, una futbolista profesional). Y se tiende a creer que, si una mujer no se encuentra en ninguno de estos compartimentos, o todavía es chica o todavía no se realizó como mujer o no es la mujer que debería ser.
Yo pienso en ese otro rol: de todas las cosas que puede ser una mujer, la que más me gusta es ser amiga. Entiendo que esto tiene poco que ver con el Día de la Mujer en términos estrictos, que me estoy desviando de ese vértice y del vector que llega a hoy, a donde estamos, a las batallas ganadas y a las que quedan por dar; pero también creo que en algún punto de esa línea hay una victoria que al menos mi generación puede ver clara: tener amigas mujeres, lejos de implicar una carrera de superación, constituye un espacio para poder ser quienes somos y vislumbrar quiénes queremos ser. Las amigas son el mejor refugio y el mejor movimiento.
¿Cuándo fue la última vez que tomaste una decisión sin pasarla por el tamiz de tus amigas? Yo lo hago únicamente cuando quiero mandarme alguna y necesito que nadie me frene, que nadie me haga entrar en razón. Pero si quiero pensar bien, actuar bien (o de la mejor manera posible al menos) no existe, para mí, no pensar con una amiga.
Se suele hablar de la competencia entre mujeres, de los celos; se suele parodiar la sororidad, se caricaturiza la idea de “tenernos”, pero detrás de todos esos lugares a esta altura comunes hay algo hermoso y verdadero. Tener una amiga es tener una mejor forma de contar nuestra historia, sea cual sea. Es una forma de vivir en plural, también: le pasa algo a una y nos alegramos todas, nos bajoneamos todas. Una pavada, pero hace poco en el reality más visto de la televisión, una chica había tenido relaciones con su novio, otro participante, y había llegado al orgasmo. Se lo contó a una compañera −que había conocido hacía no más de un mes− y las dos festejaron a los saltos, como nenas en un recreo, pero por aquello otro.
No quiero decir con todo esto que es mentira que las mujeres hablemos “mal” de otras mujeres, que no nos sacamos el cuero o no chusmeamos. Ninguna de mis amigas, yo tampoco, resistimos archivo en ese sentido, pero también creo que es porque las mujeres somos −me voy a permitir una generalización tosca− mucho más interesantes que los varones (somos mucho menos otras cosas, mucho menos otras bondades, pero mucho más interesantes), entonces, con una pantonera tanto más colorida, tanto más hay para decir. Además está toda esa santidad que a veces se pone sobre la mujer: que es más buena, que es más pura, que es más sensible; de todo eso estoy en contra: yo como mujer tengo el mismo derecho a la mentira, a la maldad y al error que todo hombre, que todo ser humano.
Ahora que algunas de mis amigas están teniendo hijos e hijas, que en nuestras charlas, cuando descuartizamos un chisme, hay una nena corriendo una pelota o un nene babeando la mesa o varios gritando mamámamámamá, ahora que nuestros encuentros son así pienso que me encanta, me honra ser parte de la narrativa de su historia y que sean parte de la mía.
En un mundo lleno de todo, con todo dicho y todo hecho, cada amistad implica algo por descubrir y algo por inventar. Las mujeres de mi vida me lo demuestran. Lo tomo como una batalla ganada.
Texto por Juli Habif.
Que lindo, esta semana pensaba lo bueno que es tener amigas, que me contienen y contengo, que sabemos que estamos
Excelente narracion!!!👏🏻👏🏻, soy una mujer grande y ciincido con todo lo dicho😊.
Sigo disfrutando y celebrando el tener muy buanas Amigas!!
lindo lo que reflexionas y que hermoso poder compartir historias… yo casi no tuve mujeres en mi vida, solo mi madre y abuela materna. Mi madre era unica hija y muy chica para tenerme asi que casi fuimos a la par, pero lo que jamas imagine es que el miedo le hizo no querer tenerme y luego dejarme en manos de cualquiera que quisiera estar a mi lado. Mi abuela hizo las veces de madre y mi papa y abuelo tambien.
solo recupere algo cuando mi malestar hizo que concurriera a terapia y pasara mi vida intentando armarme de a pedazos. hoy soy una vieja al lado de ustedes pero asi como no hay que idealizar ningun estado tampoco el ser madre es idilico… hay tantas malas madres (la prueba la tenemos en los policiales de los ultimos meses pero no solo ahi) yo no hubiera tenido pacientes si no fuera por el mal ejercicio de la maternidad El Maternaje…. y cuanto mas se tiene mas alejados a veces de la verdad del amor. Te doy mil puntos con la amistad la que siempre esta y estara. La de miles de años o la de poco tiempo pero intensa y sentida. Tanto por hablar y agradecer y en este momento a mis hijos…. dos varones que me enseñaron a maternar y que no seran tan interesantes como lo somos nosotras pero son transparentes y dicen lo que piensan y sienten mucho mas de las entrAÑAS a ellos les toco lidiar con esta mujer… que al poco tiempo mando al carajo a su marido pero quedo dañada por los abandonos reiterados. Asi que son lo que son hoy con esta madre maltrecha pero que si los amo incondicionalmente y les enseño a amarse mas que nada en el mundo. Gracias por compartir, gracias porque Gusman nos acerca y yo a los 64 y con todos los mambos amo vestirme con ustedes y sentir que aun estoy marchando y tengo todo por aprender todavia